Esta pequeña y preciosa isla, un microcosmos geológico con un 58% de su superficie protegida, te atrapará por el contraste entre sus tierras volcánicas como los Lajiales , el verde de sus bosques únicos como el de Monteverde, la transparencia de las aguas en su reserva marina de La Restinga y por el ritmo sosegado de la vida.
En las amplias áreas despobladas de La Llanía o el Sabinar, solo la brisa del viento y el canto de los pájaros te sacará de tu ensoñación…
Amaneceres y atardeceres que recargarán tu energía tan solo con contemplar el mar. Sentirás emociones intensas, incluso con la soledad de los espacios naturales intactos. Cielos limpios, oxígeno puro.
Mito y leyenda. En El Hierro, no había más agua que la que manaba de El Garoé. Un tilo de grandes dimensiones capaz de abastecer a los antiguos pobladores, los bimbaches o bimbapes, quienes lo bautizaron como Árbol Santo, porque era la única fuente de este elemento tan preciado en toda la isla.
Un lugar que aúna lo mejor del pasado y del futuro. Hoy, convertida en símbolo de sostenibilidad, capaz de abastecerse con energía 100% renovable.
La isla siempre diferente, siempre con alma.